Oct 17, 2018 |
Con frecuencia uno escucha historias de jóvenes con problemas de drogas, algunas muy fuertes, difíciles de entender. Me centro en los adolescentes porque son los más vulnerables. La realidad es que es un flagelo desde hace mucho tiempo y aún no se ha encontrado la manera de parar esta pesadilla que se instala en muchas familias, con consecuencias muchas veces terribles para la víctima y su entorno. Es un monstruo de mil cabezas, que arrebata vidas.
Tengo una hija de 20 años y un hijo de 13 años, recién viviendo esa etapa a la que le tengo miedo, por todo lo que implica. Con frecuencia hablo con ellos abiertamente de todos los temas, desde que eran niños, hemos procurado (mi esposo y yo) tener una comunicación permanente, no hay tabúes. Igual, la angustia existe, porque los peligros abundan y los adolescentes son presas fáciles. Además no hay familia perfecta, y muchas veces me reviso para ver si realmente estoy haciendo lo correcto en la formación que pretendo de hijos sanos, felices, responsables, íntegros, personas de bien, de valores.
Uno quiere verlos plenos, evitarles sufrimientos, aunque sé esto es imposible, que a todos nos toca vivir nuestra propia vida, pero por lo menos, en la medida de los posible darles herramientas para su bienestar e incluso para que no repitan nuestros errores. Además si existe, el antecedente familiar, mejor dicho, la condición genética de la adicción, el riesgo de quedar atrapado es mayor. Son muchos los factores, ese es importante. Un ejemplo evidente de esto, es como algunos con dos drogas legales como alcohol y cigarrillo caen en la adicción y otros no. ¿Por qué unos pueden parar y otros no?.
Por años tuve en mi programa de radio a Julio González, adicto recuperado, quien no sólo superó su adversidad sino que además se formó como terapeuta y replicó el modelo de rehabilitación Español con el cual salió, en Venezuela. Su centro se llama Vista Campo, está en la Colonia Tovar y ahí un alto porcentaje de adictos ha encontrado las herramientas para tener una vida, para literalmente vivir luego de años en oscuridad sumergidos en drogas legales o ilegales. Por años semanalmente me educó sobre el tema, llevaba casos de pacientes que compartían sus historias con la audiencia del programa. (Diferentes edades, estatus económico, identidad sexual, religiones, razas). Usualmente un elemento común, comenzaron en la adolescencia. Algunos con muchos años de consumo, otros más jóvenes con menos tiempo, pero en definitiva historias de una muerte en vida desde temprana edad que me quedaron tatuadas en la memoria. Algunos estaban en proceso de recuperación, otros ya rehabilitados, contando desde la más abierta honestidad las múltiples situaciones vividas durante el consumo. Como siempre me ha dicho Julio, el adicto durante el consumo pierde la dignidad, es capaz de hacer cualquier cosa para mantenerse “bajo los efectos” y de hacer cualquier cosa “durante los efectos”.
El cuadro es terrible para todo el núcleo familiar. Pienso que este problema debe ser abordado en todos los espacios que tengamos, dentro y fuera de la familia, ayudarnos como padres en la formación sólida de nuestros hijos, estar vigilantes, atentos a cada señal, porque los vendedores y las tentaciones acechan, esperando cualquier debilidad y rendija para meterse.
Para este artículo entrevisté nuevamente a Julio. Acá les dejo su opinión. Espero sea útil para Ustedes.
GR: ¿En cuánto se estima el porcentaje de consumo de drogas en adolescentes?
JG: El porcentaje en nuestro país es prácticamente imposible saberlo porque no hay estudios fiables, comprobables. Sin embargo, la edad de inicio ha disminuido y lamentablemente el inicio con el cigarrillo y el alcohol, drogas legales, está cerca de los 12 años en adelante.
GR: ¿A partir de qué edad suelen empezar con las drogas ilegales?
JG: Las ilegales, incluyendo marihuana, 16 en adelante…
GR: ¿Usualmente como se inician? ¿Cómo les llega la droga?
JG: Se inicia el consumo bien porque les resulta habitual verlo en casa, entre los amigos, los propios medios televisivos y la presión del grupo. Muchas veces porque no saben decir que no, para ser aceptados, sentir que se destacan, o para relajarse de situaciones de tensión, violencia o soledad. Asimismo, como un acto de rebeldía, o simplemente para sentir placer.
Es importante señalar que los jóvenes hoy están siendo víctimas de nuevos patrones de consumo, como el poli consumo. Esto significa que mezclan diferentes sustancias como fármacos, marihuana y alcohol, por poner un ejemplo, o en otros casos cocaína y opioides, en edades en las cuales el cerebro aún no está del todo desarrollado, con lo cual más allá de la adicción, pueden sufrir de otras alteraciones con consecuencias a largo plazo.
GR: ¿Cómo les llegan las drogas ilegales?
JG: Amistades, jóvenes que se filtran en la vida nocturna, internet, los clubes sociales, y lamentablemente, en muchos casos, algún familiar lejano o cercano. Desgraciadamente los jóvenes aprenden de una sociedad contaminante que les convence que el ocio, el entretenimiento y el placer, es más placentero si implica las sensaciones de las drogas. Existen las drogas consideradas “epidemia silenciosa”, como los opiáceos para el dolor, ej. Caso de USA. *230 millones *(léase bien) de calmantes prescritos en un año. Y la Ludopatía, al videojuego, las Redes Sociales y a las apuestas online, en más de un 40% de los jóvenes entre 15 y 16 años. Una adicción terrible que requiere tratamiento y que se ha multiplicado anualmente, sin control.
GR: ¿Cómo darse cuenta de que está en consumo?
JG: Los jóvenes tienen cambios en sus comportamientos, actitudes y maneras de relacionarse que nos pueden ayudar a encender las alarmas; por ejemplo, cambio de horarios, pérdida de interés por los eventos familiares, bajo rendimiento escolar, mentiras y manipulación de manera reiterada, desinterés en la higiene y el cuidado personal, cambio de amistades, desidia, anhedonia, y también cierta apatía en los deportes y actividades que antes eran de interés. Agrega el color de los ojos, la mirada perdida, sudoración extrema, exceso de tiempo en la cama, recluido en el cuarto, pérdida de apetito, y mala administración del dinero.
GR: ¿Cómo preparar a un hijo adolescente para evitar que consuma drogas?
JG: En mi experiencia, la preparación no debe comenzar en la adolescencia, debe empezar mucho antes, 5 años en adelante. Primero enseñándoles a comunicarse con confianza en la propia familia, sin sentirse juzgados, cuestionados. “Si tu hijo no confía en ti, respetará más a los amigos de la calle” suelo decir en mis terapias. Los padres deben basarse en el amor, la comunicación abierta, afectiva. Cuando se llega a la adolescencia los jóvenes tienen que sentirse seguros de sí mismos; no necesitar la aprobación de nadie a través del consumo. Debe tener desarrollado intereses como el deporte, el servir, las relaciones sociales, y no quedar en manos de mundo de las redes, el internet o la televisión. Debemos criarlos en espacios de naturaleza, deportes, compasión hacia los más necesitados, las artes, etc. Esto comienza mucho antes. Para que cuando les llegue la oferta de las drogas; desde su amor propio, puedan decir que no. Somos los padres quienes les mostramos con nuestro ejemplo de “modelado y moldeado” que existen placeres naturalezas mucho más emocionantes que las drogas.
GR: Una vez en consumo, ¿cómo abordarlo?
JG: Si un adolescente prueba la droga, generalmente, lo hace para experimentar, por presión, curiosidad, por la propaganda y la oferta. Sin embargo, la mayoría desarrolla dependencia. Sin embargo, el privarla implica regularidad, abuso, que se cree el hábito y acompañen siempre el ocio con el consumo, lo más probable es que desarrollen adicción y aquí la situación se complica. Una vez que han desarrollado la dependencia, el joven solo no podrá dejar de consumir. Necesitará hacer un tratamiento para recuperarse, deshabituarse y reencaminar su vida. La adicción es una enfermedad crónica, no tiene cura, el adicto no podrá volver a consumir nunca jamás. Con lo cual, los adultos, padres, maestros, tenemos la obligación de hacer un trabajo de gran importancia desde la prevención, con una dinámica familiar que brinde factores de protección para cuando llega esa etapa de la vida como lo es la adolescencia, tan rebelde y vulnerable.
GR: Recomendaciones puntuales…
JG: Cinco herramientas que parecieran conocidas, pero que no lo son:
1.- Comunicación entre los miembros de la familia.
2.- Escucha abierta, afectiva, sin juicios hacia los hijos.
3.- Transmitirles confianza, seguridad, que valen.
4.- Educarlos con amor, pero con límites. No dejarlos en manos de la calle, los amigos y el mundo virtual.
5.- Contacto fijo con la naturaleza y la espiritualidad; desde muy temprana edad.
Y, para mí, por mi experiencia con cientos de jóvenes y familiares; promover programas en familia. Sean fines de semana, vacaciones, etc… Juntos, en familia. Que los padres tengan claras las Pautas, los límites y serán un ejemplo, es decir, los hijos aprenden por “moldeado y modelado”
GR: Reflexión…
JG: Lo más fuerte que ocurre hoy en día es que los hijos sienten que no cubren las expectativas de los padres, que no dan la talla, que en la mirada siempre ven un cuestionamiento o una desilusión; y cuando el hijo llega a la adolescencia tiene la creencia de que es un error, que no vale la pena, y es ahí cuando el consumo de drogas se dispara y, por supuesto, las sobredosis o los intentos de suicidio. A los padres siempre les digo: “Cuidado, tu hijo te está escuchando”
¡Hasta la próxima semana!